y veo sus gestos y recuerdo sus nombres
sus letras deslavazadas que aún dicen
observo de cerca la línea de sus
rostros
aunque el tiempo las desdibuje y borre
y todavía guarde el sabor de sus besos
mis pies desbaratan la alfombra
que tejen las ramas y los frutos caídos
y se alzan sus esqueletos escuálidos
hasta caer exánimes y conformados
revoloteando antes su danza de muerte
Ya no oigo sus voces ni siento sus
manos
el agua me llega rozándome orillas
una caracola surge medio hundida
y escucho su eco de porqués de
silencios
de recuerdos y ausencias de infancias
lejanas
de amores arrancancados a corazón
abierto
el viento me hiela y deja mi piel hecha
tiras
aunque no haya adioses ni besos ni
abrazos
aunque no recuerden canciones ni juegos
aunque en el olvido se entierre mi
nombre
y nadie me sepa ni oiga ni escuche
Tras el otoño nacerán primaveras
y crecerán de nuevo en las ramas
brotes
surgirán alegres las pequeñas hojas
en aquellas desiertas y frías
se abrirán las flores y de nuevo un
día
caerán en veredas y tapizarán caminos
No pisaré esas hojas no andaré esas sendas
no arrastraré mis pies levantando ese
polvo
ni cogeré más ramas para hacer
jarrones
ni flores de olores que ambienten mi
casa
pero si ellos huelen si ven y les llega
el aroma
si miran instantes de manos cogidas
Tal vez algún día en el viento o en la lluvia
en la hoja que cae en la flor que se
abre
en el cielo que miran con estrellas y
luna
en la tierra que pisan con las piedras
y aristas
en las olas de ese mar que conmigo
supieron
encuentren mi nombre aquel que
olvidaron