Navegas ya en el mar
etéreo que deja la tristeza
empujado por ese sordo
dolor que zarandea y hiela
Incomprensible ese
truncar tus sueños
ese saber que
duermes para no despertar nunca
ese no entender cómo
se puede herir de tal manera
cómo se han
cerrado tus risueños ojos
que no sabrán de
mañanas ni de ayeres
pero tu mirada nos
queda anclada para siempre
entre el desgarro
y la impotencia
¡Pescaíto! ¡Nada en paz!
¡Pescaíto! ¡Nada en paz!