Presiento que no quedará nada y un incommensurable vacío se apodera de mí. Me gustaría que fuese un sueño y despertase, no como cuando murió mi padre que soñaba que me miraba y me cogía de su mano y después me asaltaban las lágrimas que contenía para no ahogarme en ellas. Esta nada me arrastra al borde de lo que parece un horizonte de sucesos de ese agujero negro que se traga mis días y me arrastra. Me resisto, pero me va despojando de mis años, intento aferrarme a recuerdos que sé que acabarán engullidos …, pero no puedo y es imposible despertar de la vigilia.
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