lunes, 15 de agosto de 2011

El barquito de papel

Los vi alejarse como quién observa consternado como acaba su primer barquito de papel. Mojado y maltrecho, con la tinta emborronada por el agua, empapado su rudimentario puente, se desdobla, zozobra y se hunde ante nuestros ojos atónitos, ajenos todavía a desapariciones y fracasos. Era nuestro, era nuestro barco, ahora de nadie o suyo -no sé bien si la desaparición o muerte, aunque sea la de un barquito de papel le pertenece, o si la muerte o el olvido es nuestro también-
No los veré más pensé y un profundo dolor impregnó primero mis dedos, con un frío helado que paralizaba mis brazos y mi cuerpo, -nunca más- y el nunca, que jamás había tenido más dimensión que la de sus cinco letras, emergió como un terrible y aniquilador agujero negro que atrapaba vertiginosamente cualquier sensación y con su torbellino engullía incluso mis lágrimas.
Intenté durante un tiempo recordar sus gestos y sus caras, sus palabras y sus risas de  tantos instantes, de tantos momentos. Sus llantos, sus temores, ahora olvidados. Cada esquina me trae el roce de un recuerdo y el desconcierto de no entender el porqué. 
El barquito llegó a la orilla después de surcar el río, secó al sol y aunque desbaratado, sin puente navegó de nuevo airoso -seguramente acompañado de alguna hormiga- para llegar a la mar -que es también el morir de los barquitos de papel-
Ya no soy ajena a barcos que se hunden o se alejan o mueren o desparecen. Ya no soy ajena al dolor ni a la muerte y he podido saber de cansancio, de injusticias, de maldad y de odio, de envidias, de silencio -que es el arma más cruel que tiene el lenguaje- de engaños y mentiras, de soledad...y de lágrimas.
"Yo... he visto cosas que vosotros jamás creeríais...




Pero su adiós sin palabras fue como ver hundirse mi primer barquito de papel.

sábado, 25 de junio de 2011

El Montseny


Cobijo de miradas, reclamo de palabras ya sin tiempo, espacios limitados por el verdor y la calma. Un  trino, el agua, las nubes que se entretejen en el cielo en una armoniosa danza. Por esos caminos cubiertos de helechos, de musgos, de hiedras, de enredaderas que buscan un árbol al que abrazarse,  se pierden mis ojos. Me impresiona la majestuosidad de estas montañas, sus verdes y sus ocres, la luz que que se cuela  entre las ramas.  El día gris ha reavivado los colores y se destacan los grises de la pizarra de su suelo que se descubren entre las hojas de las enmarañadas plantas. La bruma envuelve  sus cimas y el sol intenta abrirse paso y al igual que en un caleidoscopio, el paisaje cambia de colorido y se renueva el espectáculo. Un parque natural que siempre ofrece calma y belleza. 

martes, 14 de junio de 2011

El mar, para perder las miradas en este cercano paisaje.


Huí un día de la ciudad y de muchas cosas más. Cuando llegué al pueblo me emocionaba el mar, oír el rugido de las olas, ver las tormentas teñir lentamente el agua por el desagüe de sus rieras, andar oliendo a tierra, a resina, pisar la arena, recorrer la orilla y chapotear en el agua transparente de la mañana. Oír los pájaros o ver a las ardillas saltar de rama en rama. Pasear por caminos, ver los tupidos pinos recortados sobre el azul del mar. 
Ver por la noche surcar los barcos como farolillos en el horizonte, mirar la estrellas que enmarcan la luna, el sol cuando amanece reflejado en el espejo de las tranquilas aguas.
Ver las nubes ennegrecerse y oscurecer el horizonte, ver el mar crisparse y sentir el sonido del viento zarandeando los árboles, la espuma de las olas desbaratarse sobre la arena y el ensordecedor rumor del mar embravecido.
La antigua carretera conserva unos ancianos plátanos, maravillosos árboles que como gigantescos guardianes custodian el camino, cuando paseo por allí recuerdo a mis padres y pienso que por aquellas carreteras fuimos y que las pisamos y que contemplaron este increíble paisaje que a veces no veo ni siento.
No puedo aislarme del mundo, de las injusticias, de la mezquindad que envuelve y ahoga, de la insolidaridad y del egoísmo... ¡De tantas cosas!  No puedo entonces contemplar lo que me rodea. 

Pero el otro día pude de nuevo recuperar la emoción de sentir el mar y el hermoso entorno del que disfruto. Aquí os dejo un retazo de la naturaleza para que podáis disfrutar de unos minutos de paz y de sosiego.


miércoles, 5 de enero de 2011

Una declaración de amor

A ti Sagrada Familia (Hotel Arts):




Amada mía, estoy lejos de ti a mi pesar, pero desde mi privilegiada altura veo tu piedra gris, tus afiladas torres recortadas en el horizonte, tu estilizada figura. Pensarás que soy muy joven para ti, que quizás no soy digno de tu amor y que tal vez mi alcurnia no es la tuya . Te ruego que me mires con la comprensión de tu modernidad plasmada en esas nuevas torres, en esas nuevas figuras esculpidas que hacen guardia desde tu puerta, con esa piedra que el tiempo aún no ha ennegrecido.


Sé que me observas y a veces creo descubrir cierto desdén. Amor mio no confundas con altanería mi rectilínea fachada, ni te ofenda mi estructura de metal que abre al mar mi interior y  permite que el Sol invada todos  mis rincones.
Tus suaves curvas no saben del tiempo, tu increíble luz no sabe de espejos. No creas amada mía que no valoro tu esfuerzo, ni que soy ajeno al duro trance que han vivido tus piedras cinceladas golpe a golpe. En esta ciudad que te da la espalada surges como una cascada. Veo tus ramas y tus hojas como enredaderas entretejidas en tus mil agujeros y descubro de pronto el broche de una paloma prendido en tu piel.
Me dirás que mi pragmatismo nada tiene que ver con tu religiosidad, que sólo ofrezco confort a cambio de dinero.Sé que mi monótono colorido te aburre y que no despierto la admiración que provoca tu soberbia planta.
Pero tal vez por eso te amo, por tu etérea gracia, por la modernidad que te infundió con imaginación portentosa tu insigne creador. Me embelesa la esbeltez de tus formas, la policromía que rematan los pináculos de tus torres, ese mosaico veneciano que te ilumina como un sutil maquillaje.Te alzas airosa  y tu rotunda belleza se  acrecienta con los años. Tu fama  traspasa fronteras y a tus pies rendidos tienes a miles de admiradores. 
 Hoy  me he atrevido a escribirte para decirte que aquí me tienes amor, como un centinela velando tus sueños. Aquí a pesar de mi agnóstica ideología y de mi prosaico cometido, te espero con la confianza de que algún día puedas corresponder a esta pasión que siento.


Tu Hotel Arts.